¿Dónde está fracasando la revolución Bolivariana?
La revolución Bolivariana empieza a fracasar desde el mismo momento que el presidente de la república se ufana gritándole al país y al mundo, que nuestras reservas petroleras van destinadas a ser las primeras reservas de petróleo a nivel mundial. Es decir, ¡somos un país rico!
-¿Somos un país rico?, me pregunto.
- (y vuelvo a cuestionarme), ¿y dónde está esa riqueza? ¡porque a mi no me ha tocado para nada esa “riqueza”!
-(Entonces concluyo), ahhh… ¡él se refiere al estado Venezolano, no al pueblo, porque el pueblo (y yo soy del pueblo), no percibe esa riqueza!.
Transitando la semana pasada en un autobús por la avenida Sucre de Catia, yo me di cuenta que, pese a que la revolución Bolivariana, tiene ya casi diez años de vigencia en el poder, ninguna infraestructura gubernamental (ministerios o instituciones estatales), ha sido instalada en este sector popular de la ciudad, al menos no todavía; la avenida Sucre continua siendo la misma avenida devaluada que ya era, en los llamados gobiernos de la cuarta república.
-(Y vuelvo a repreguntarme), ¿será que a los funcionarios públicos de la quinta república les disgustará ir a trabajar en un sector popular de la ciudad?
- (Y vuelvo a responderme), ¡si, creo que les daría urticaria!, a lo mejor les haría devenir a menos. ¿qué más da, si los pobres de la quinta, son los mismos pobres de la cuarta?, total… los pobres ya están acostumbrados a ser los desposeídos del mundo en la cuarta, la quinta, la sexta o en la que sea.
- ¿Claro está hay excepciones!, aquellos cuya suspicacia criolla los llevo a conectarse con aquel famoso dicho criollo que reza; “no me des ponme donde hay…”
¿Y quién se atreve a cuestionarlos?; si esa parece ser la única vía de lograr la tan anhelada justicia social en este país, en donde los gobiernos se asoman por las barriadas populares, sólo para buscar los votos necesarios para enquistarse en el poder.
Señores del gobierno, incluir las barriadas populares es otra forma de hacer justicia social, es desarrollando las zonas excluidas de nuestras ciudades; ello les daría a sus pobladores la sensación que el estado no es una cosa lejana y ajena, pues llevar las instituciones del estado a las barriadas acercaría a sus pobladores los sitios donde ir a trabajar, mejoraría la infraestructura vial y seguramente también la de viviendas.
Permitiría que la empresa privada, las industrias y la banca, se vieran en la necesidad de hacer inversiones más significativas en los barrios, la fuerza pública se vería forzada a tener una mayor y más eficaz presencia, los servicios públicos mejorarían, contribuyendo así, a que las personas que habitan los barrios se enamoren de sus sectores populares y no busquen por la fuerza de la desesperanza y el afán de tener un mejor modo de vida y más seguridad social irse de ellos a como de lugar, o en el peor de los casos, estar condenados a vivir dentro de ellos sin el más mínimo asomo de aprecio por el sector donde habitan y por sus gentes.
Finalmente el pueblo Venezolano sentiría que de alguna manera la referida riqueza petrolera estatal, habría hecho una verdadera presencia en su modo diario de vida, dejando de ser así el sueño utópico que hoy día es.
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